Hoy mi cumpleaños.

 Me levante con un año más de alegrías y penas, miraré el celular y tendré unos cuantos mensajes de gente a la que no sé realmente si tengo que agradecerles que se acuerden. Vendrán llamadas por teléfono, algunos de mis amigos me preguntarán si hay algún plan, por ser mi cumpleaños. Les diré que no tenía nada planeado, que el  trabajo y universidad  tienen la culpa de que yo no pueda hacer cosas programadas desde tiempo atrás.
Lo estoy viendo. Hoy “Es mi cumpleaños. Tengo un año más, el día de hoy tiene que salir perfecto.”
Es curioso cómo se siente uno cuando cumple años. Vas por la calle y te crees que todo el mundo debería tener la obligación de saber que es tu cumpleaños, que hoy deben tratarte de forma especial, porque es tu cumpleaños. Eres intocable. Si cae algún regalo de alguien, será lógico y lo aceptarás con gusto. Parece que uno se exige a sí mismo que, el día de su cumpleaños, el día debe salirle lo suficientemente bien como para que, al final del día, uno pueda acostarse con una sonrisa de oreja a oreja.
Uno se siente más viejo de repente. En mi caso, de 24 a 25 años. Ya sí que estoy metido en la veintena.  
Ya tengo 25 años. Hoy será un día como otro cualquiera en el que me podré plantear tranquilamente si va bien la cosa, si avanzo, si este periodo de 365 días en el que he tenido 25 años ha sido positivo, si he aprendido algo realmente trascendente, algo que podré recordar justo antes de morir de viejo.
Ya sólo queda un año para los 26. Tengo que ir espabilando, y hacer todas esas cosas que deseo hacer, qué se que tengo que hacer. Mañana será otro día.

No hay comentarios:

Publicaciones Populares